
Tengo la hipótesis amateur de que cuando llueve, los días se hacen más largos o la noche tarda más en llegar. Muy posiblemente se deba a que como la lluvia despeja el cielo y lo dota de una limpidez excepcional, la noche se vea tan clara que todavía parezca tarde. El azul celeste empieza a hacerse grueso hasta que de azul atlántico pasa a azul marino y de ahí a negro. Entonces, se vuelve imposible negar la llegada de la noche.Durante la baja tarde, una cascada de lluvias refrescó la Ciudad de México. Con esa grata y melódica compañía...
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