
Todo comenzó con una evocación, con una maleta imposible, capaz de contener una nueva historia abreviada de la literatura portátil, que se desplegara a la menor provocación del azar objetivo. En ese entonces se le veía lejana, aunque definida.
Después supimos más, aunque no todos entendieron: "(...) Me dijo que ahora era suya, pero había pertenecido a Arletty. Saludé a
ese señor y le agradecí la maleta prestada. Le dije que la habíamos abierto virtualmente en mi blog en web, pero no me entendió, no entendió...
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