Agnès Varda, la poesía y los regalos
Después de un primer paseo exploratorio y muy tímido por la rue Daguerre durante el verano, volví el sábado (14/12/13) a los rumbos de Agnès Varda. Esta vez iba decidida a verla, pero como me sucede siempre con la gente a la que admiro demasiado, no tenía idea de qué podría decirle. La vi en su atelier del cinéma Tamaris y quién sabe cómo, las palabras y los temas salieron lentamente.
Le pedí que me firmara un librito (que adquirí ese mismo día) formato híbrido entre plaquette y cuaderno de viaje titulado Agnès Varda compuesto por una entrevista que le hizo Laurent Brunet el 19 de octubre de 2000 en París.
Como lo constata la primera foto, le obsequié Cuando la nieve caiga en el Mediterráneo y un pequeño bordado de Tenango de Doria. Me miró con sus ojos que perforan suavemente cualquier mirada, cualquier objetivo y me agradeció los regalos. Del libro dijo entre otras cosas, que era valiente escribir poesía en estos días, aunque por su entonación, me pregunto si no quiso decir más bien testarudo. El pequeño bordado en forma de gato le gustó mucho, pero nunca sospeché cuánto apreciaba recibir regalos de su público. En el metro de vuelta a casa, me puse a leer la entrevista y me sorprendió gratamente leer lo siguiente:
Traducción:
"¿Qué le aportan los encuentros con el público?
Cuando hay un diálogo con el público siempre quedo impactada por su reflexiones y preguntas inteligentes. Y en cada asamblea hay siempre una o dos personas que de pronto dicen algunas palabras muy sensibles. Aquello me aporta amor, recibo afecto y en el fondo hacemos todas las cosas para ser amados, admirados.
No hay nada que me de más gusto que los recados deslizados bajo la puerta, las tarjetas postales, las cartas anónimas o los regalitos, flores secas, un libro, collages o mensajes escritos al reverso de un programa y depositados en los cines".