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Karlatone by Karla Olvera
18 octobre 2010

Salve Pixies; el terremoto zigzagueante

Para mi amigo Jezreel Salazar

 

No me gustan las masas. Sólo en ciertos conciertos puedo hacer una excepción un poco contra mi voluntad. Cabe decir que prefiero los conciertos más íntimos, en teatros por ejemplo. Ayer vi a los Pixies en una especie de festival o  concierto masivo (Corona Capital). Antes vi a Adanowsky, White lies, Regina Spektor y James. Cuando éste último grupo terminó de tocar, mucha gente se cambió de escenario para ver a Interpol. Yo, como todos los melómanos, me quedé en el escenario donde terminó de tocar James para apartar mi lugar para el concierto de Pixies, que se llevaría a cabo una hora y media más tarde.

Mi acompañante y yo logramos posicionarnos a unos diez metros del escenario o menos. Verdaderamente cerca tomando en cuenta las dimensiones del escenario (al aire libre, en una explanada en la cual el horizonte ni siquiera era referencia). Nos sentamos, charlamos largo y tendido. Poco a poco comenzó a llegar más gente y tuvimos que levantarnos. Cuando por fin comenzaron a tocar los Pixies, pensé que quizá no había sido la mejor idea estar tan cerca del escenario porque la gente comenzó a brincar y golpearse entre sí en un incontrolable slam. Mi acompañante quedó como a dos personas de mí y no me podía ayudar.  De pronto, ahí estaba yo, apenas una cabeza del alfiler a la merced de la muchedumbre emocionada e incontrolable. Estuve a punto de entrar en pánico, pero entendí que esa situación estaba fuera de mi control. Mi única opción era integrarme o ser aplastada. Mi razonamiento fue el siguiente: si la muchedumbre se balancea a la derecha, voy hacia la derecha; si se inclinan a la izquierda, voy hacia la izquierda. De este modo pasé a formar parte de aquella inmensa ola vibratoria, de ese terremoto zigzagueante. Una sencilla cuestión de balance y equilibrio. No poner resistencia.

Era la primera vez de los Pixies en México y fue un concierto memorable. Excelente acústica e iluminación. Me dio gusto estar cerca de tantos auténticos fanáticos. Siempre es más emocionante estar al lado de gente que se sabe las canciones que de colados o gente pretenciosa. Como a la mitad del concierto, cuando ya había descifrado el mecanismo del terremoto humano, yo misma iniciaba los brincos y mis vecinos me seguían. Con frecuencia me sentí en una competencia de saltos. Fue además de un magnífico concierto, una experiencia liberadora. Claro que nunca me pondría en esa posición en un concierto de NIN, por ejemplo. Lo único que me había decepcionado un poco durante el concierto es que no tocaran “Giagantic”. Se despidieron sin haberla tocado. Luego los aclamamos y volvieron. Cerraron, naturalmente, con “Where is my mind” y cuando terminaron de tocar esa canción, los acordes de “Giagantic” comenzaron a sonar. ¿No es acaso la más hermosa prueba de fortis imaginatio que Pixies cerrara con mi canción favorita? Quiero creer que sí.

 

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Commentaires
K
Dicen bien por ahí que "camarón que se duerme se lo lleva la corriente" ¿no?<br /> <br /> Resistirse no está mal, pero en todo caso propongo una resistencia inteligente, no una que atente contra uno.<br /> <br /> <br /> Abrazos querido,<br /> <br /> k
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J
Grato es leer tu experiencia conciertil, que compartimos a tan sólo unos pasos -separados en todo caso por masas de cuerpos sudorosos e hipnotizados.<br /> <br /> Integrarse o ser aplastados, dejarse llevar o resistirse... ahí está resumida buena parte de las coyunturas a las que uno se enfrenta a diario.<br /> <br /> Te dejo un abrazote
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