misceláneo moreliano

1. Porfin conseguí una casa para siempre para mis timbres y como si tremenda sorpresa no fuera suficiente, también recibí una generosa donación de 3 colecciones de timbres de la abuela de un amigo:

2. Si alguien ha estado en Tarascon, no me dejará mentir si digo que más característico que su castillo o todo su aire provenzal, sólo es ese olor permanente que emana de la fábrica de papel situada a las orillas de la ciudad. Recuerdo cuando llegué ahí, lugar en el que trabajé durante dos años, de inmediato percibí el fuerte y entonces desconocido olor. Con el tiempo me acostumbré, lo cierto es que cuando me fui, no lo extrañé. Sin embargo, la semana pasada estuve en Morelia y el aroma de Tarascon revivió. Pregunté a los del hotel y a personas escogidas aleatoriamente en la calle, pero nadie me supo decir. Días más tarde, un amigo que reside en dicha ciudad me confirmó mi sospecha. En Morelia hay una fábrica de papel. Como si eso no fuera suficientemente raro, resulta que la gente solía limpiarse el lodo de los zapatos con huesos de vacas, que incrustaban en el cemento, cuando construían sus casas para andar con las suelas bien limpias:

3. Ciertos aviones, como éste, me dan la impresión de ser tiburones en las profundidades del mar. Basta con imaginar la foto al revés y entonces será más sencillo comprender por qué desde mi ventana miro tiburones celestes.

4. Pocas cosas en la vida son tan agradables como reencontrarse con un gran amigo y pasear bajo la sombra de un olivo.

5. Ahora tengo bajo mi cuidado un libro de Miroslav Tichý, el fotógrafo checo más alucinante de nuestros tiempos. Eso,  y la pléiade de Henri Michaux, ocupan la mayor parte de mis horas desde mi llegada de Morelia. Me resulta muy difícil escoger entre toda la obra de Michaux un fragmento para traducir...

Arriba, foto tomada por Tichý; debajo, él y su cámara inverosímil, que explica la rareza melancólica de sus fotos: