collar de nardos
Sé de muy buena fuente que en Yemen, la gente usa collares de flores de azahar durante las fiestas de los casamientos. Uno puede perfectamente comprar uno sin ir a una boda y usarlo como aromatizante natural. Basta con colgarlo en una habitación y su perfume inundará todos los rincones del espacio delimitado entre las paredes.
Este mediodía, fui al mercado de Jamaica con Ana, quien lo quería conocer. Acepté desde que hizo la propuesta porque es un lugar de ensueño. Es la meca de las flores en la Ciudad de México. Sin embargo, en muchos espacios no está permitido tomar fotos porque, según me explicaron, es una medida para que no les copien sus "originales" arreglos florales.
Compré dos ramos de un tipo de flores que no conocía, de nombre japonés. Ana y yo nos asociamos para comprar nardos (a un precio excepcional si eran dos ramos). Yo pensaba colocarlas en un florero como cualquier persona y pedí que les cortaran el tallo a una altura decente. Fue ahí cuando Ana me confesó su plan de hacer un collar de nardos. Técnicamente me pareció un poco difícil porque atravesar flores con un hilo y una aguja me resultaba demasiado, pues suponía que serían muy frágiles.
Volvimos a nuestras respectivas casas y cuando estuve en la mía, la idea del collar me rondaba la cabeza y dispuse los utensilios necesarios:
Después, acomodé los nardos en la mesa para comenzar a desprender las flores de sus tallos, sobre todo aquellas que ya habían abierto (era demasiado cruel usar las que aún eran botones):
El collar quedó de buen tamaño y se ve así:
Luego decidí colgármelo durante un rato para perfumarme y entrar a la hora de la siesta con el ánimo apasible:
Llegó un momento en el que dejé de percibir el aroma, sólo me sentía parte de él. Más tarde decidí colgarlo en la habitación y que impreganara de una vez por todas el lugar:
Lo cierto es que salí por agua a la cocina y de regreso, la habitación estaba en extremo impregnada del perfume de nardos. Es más potente que diez inciensos, tiras de papel de Armenia o velas de L´Occitane. Lo recomiendo como un aromatizante natural que elogia todos los sentidos, no sólo el del olfato.